A vueltas con los avisadores de radares
Tienen bastante predicamento en la sociedad los llamados avisadores de rádares. Unos “legales” puesto que anuncian aquellos que figuran en la red de cinemómetros fijos y otros no tanto, que captan, al parecer, las ondas que emiten los citados aparatos de control de velocidad. Estos últimos prohibidos por la legislación actual puesto que su fin es defraudar, eludiendo la acción de los detectores.
No acabo de entender por qué aquellos son legales. Al fin y al cabo están también sirviendo al fraude, aunque sólo sea como un mero recordatorio de los que tienen una situación fija y públicamente conocida. Entiendo que tanto unos como otros no deberían estar autorizados, porque no nos están avisando del límite de velocidad establecido en cada tramo, sino de los medios para detectar a los infractores. Tal vez se echan en falta más señales de velocidad que nos recuerden en todo momento cual es la autorizada, que no siempre se da.
Las autoridades propician la aparición de los radares (detectores de velocidad) y la picaresca favorece la llegada de los detectores de los detectores de velocidad, para a continuación, pásmense ustedes, la tecnología gubernamental se saca de la manga los detectores de detectores de detectores de velocidad, con lo que los agentes de tráfico pueden detectar los aparatos que detectan a los detectores de velocidad… No nos despedimos de un fututo detector de detector de detector… ¡ya vale! Toda una estúpida serie de “detecciones” más propia de Groucho Marx o de nuestro más cercano Luís Sánchez Polack (Tip). Una batalla a la contra entre los que deben velar por nuestra seguridad y aquellos que no están dispuestos a levantar el pie del acelerador. Como oí en cierta ocasión a un individuo: “Yo no me he comprado un … para ir a cincuenta por hora”. ¡Bravo muchacho! así nos van las cosas en la carretera… y en la ciudad.
Es notable el desprecio que existe por la vida de los demás si nos fijamos en la circulación. Estoy seguro que cada uno llevamos a nuestro lado a un ángel de la guarda, porque si no, no se explica como son tan pocos los accidentes que ocurren. Estos de los excesos de velocidad, son una buena muestra, pero existen otros… ¡cómo no!: adelantamientos, alcohol, vehículos en malas condiciones… y la estrella de los últimos tiempos, el móvil. Hay elementos que a pesar de las campañas que se realizan, siguen empleando el móvil para hablar mientras conducen… ¡y algunos hasta para escribir y mandar mensajes! Todo un lujo de menosprecio por los demás.
Se me quejaba en cierta ocasión un conductor, porque había sido denunciado por hablar con el teléfono mientras conducía: “Si yo no estaba hablando por el móvil, lo único que hice fue contestarle que después le llamaría yo, que iba en carretera…” Ese es el concepto que tienen algunos de la cuestión…
No se trata de endurecer las multas… Se trata de educación, que cada uno de los que cogemos un volante, nos concienciemos de nuestra responsabilidad. Mientras no se consiga esto, no haremos nada.
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 27 de diciembre de 2009
No acabo de entender por qué aquellos son legales. Al fin y al cabo están también sirviendo al fraude, aunque sólo sea como un mero recordatorio de los que tienen una situación fija y públicamente conocida. Entiendo que tanto unos como otros no deberían estar autorizados, porque no nos están avisando del límite de velocidad establecido en cada tramo, sino de los medios para detectar a los infractores. Tal vez se echan en falta más señales de velocidad que nos recuerden en todo momento cual es la autorizada, que no siempre se da.
Las autoridades propician la aparición de los radares (detectores de velocidad) y la picaresca favorece la llegada de los detectores de los detectores de velocidad, para a continuación, pásmense ustedes, la tecnología gubernamental se saca de la manga los detectores de detectores de detectores de velocidad, con lo que los agentes de tráfico pueden detectar los aparatos que detectan a los detectores de velocidad… No nos despedimos de un fututo detector de detector de detector… ¡ya vale! Toda una estúpida serie de “detecciones” más propia de Groucho Marx o de nuestro más cercano Luís Sánchez Polack (Tip). Una batalla a la contra entre los que deben velar por nuestra seguridad y aquellos que no están dispuestos a levantar el pie del acelerador. Como oí en cierta ocasión a un individuo: “Yo no me he comprado un … para ir a cincuenta por hora”. ¡Bravo muchacho! así nos van las cosas en la carretera… y en la ciudad.
Es notable el desprecio que existe por la vida de los demás si nos fijamos en la circulación. Estoy seguro que cada uno llevamos a nuestro lado a un ángel de la guarda, porque si no, no se explica como son tan pocos los accidentes que ocurren. Estos de los excesos de velocidad, son una buena muestra, pero existen otros… ¡cómo no!: adelantamientos, alcohol, vehículos en malas condiciones… y la estrella de los últimos tiempos, el móvil. Hay elementos que a pesar de las campañas que se realizan, siguen empleando el móvil para hablar mientras conducen… ¡y algunos hasta para escribir y mandar mensajes! Todo un lujo de menosprecio por los demás.
Se me quejaba en cierta ocasión un conductor, porque había sido denunciado por hablar con el teléfono mientras conducía: “Si yo no estaba hablando por el móvil, lo único que hice fue contestarle que después le llamaría yo, que iba en carretera…” Ese es el concepto que tienen algunos de la cuestión…
No se trata de endurecer las multas… Se trata de educación, que cada uno de los que cogemos un volante, nos concienciemos de nuestra responsabilidad. Mientras no se consiga esto, no haremos nada.
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 27 de diciembre de 2009
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