Mas Alakrana

Veo a la ministra Chacón en la tele, momentos antes de una rueda de prensa y confío que sus sonrisas vengan a cuento de nervios escénicos, o algo así, porque el asunto no está para muchas risitas. Intenta calmar al personal y produce el efecto contrario: “Sabemos dónde están los rehenes; y están bien”. Horror. Perdóneme señora, pero no me creo nada. Lanzan una granada para que no se acerquen, trasladan a tres de los rehenes a tierra con la amenaza de matarlos si en tres días no les entreguen a los que se trajeron hacia aquí, intimidan con que a estos tres les seguirán otros tres y así hasta el final de los treinta y seis, la tripulación del Alakrana está quedándose sin víveres, malviven amenazados por unos bárbaros que metralleta en mano los mantienen en pésimas condiciones, los familiares aquí en España no sólo no saben nada sino que les conminan para que no hablen en público del asunto… ¿Y se atreve a decir que “sabemos que están bien…”? ¿Quién está bien señora ministra? Déjense de zarandajas que el asunto está que arde. Estamos hablando de la dignidad, incluso de la vida de unos trabajadores españoles.

Desde el dos de octubre en manos de los piratas somalíes, no es para frivolizar. Y no lo es porque treinta y tantos días después que estos corsarios del siglo XXI se hicieran con el gobierno del atunero español, aún no se sabe por aquí qué vamos a hacer. Y lo que es más peligroso, aún no saben ustedes qué van a hacer. Buenas prisas se dieron en traerse a Madrid a los dos somalíes apresados ¿para qué? De uno nada se sabe, es de suponer que esté encarcelado. El otro, más mediático, lo hemos paseado de la cárcel a la Audiencia, de allí al centro de menores, de éste al centro médico para pruebas, más centro de menores, más Audiencia, más médicos, más pruebas, y más, y más, y más… ¿Seguro que al final no lo meterán en un avión y lo devolverán a su tierra? No tengo yo tantas dudas sobre el tema. Por cierto, acuérdense del otro, del que no hay duda alguna sobre su edad. No lo dejemos aquí y haya que volver a por él.

Está claro que a los somalíes poco, por no decir nada, les importa la suerte que corran sus dos compatriotas por aquí; el anciano (y digo esto porque no ha habido duda alguna sobre él) y el que ha sufrido el vaivén de niño a hombre y viceversa, en tres o cuatro momentos distintos y consecutivos. Como decía, a aquellos les importa poco lo que pase con sus “coleguillas” de armas, más allá de otro motivo de presión. Pero a nosotros sí nos debe importar el futuro de nuestros compatriotas que han de ganarse la vida luchando, no sólo contra las inclemencias del mar, sino ahora también contra los delincuentes de aquella zona que, amparados por sus gobiernos, navegan cual modernos barba-rojas a la caza y captura de unos preciados tesoros por los que sus europeos gobiernos pagarán lo que haga falta.

Y este nuestro también. Llegará el momento en que pagará, aunque no sea capaz de reconocerlo en público, porque no puede consentir que un “marrón” de estas características venga a poner al descubierto sus diplomáticas carencias. ¡Serían ya demasiadas! Y me pregunto, ¿Si eso es así, por qué no se ha hecho desde un principio, evitando situaciones de riesgo y gratuitos temores?

Gobernar una nación debe ser algo más que ir a celebrar el Halloween con el Presidente Obama.



Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 6 de noviembre de 2009

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