Un indigente fallece atrapado en un contenedor
Un indigente de 24 años, A. B., murió a primera hora de la mañana de ayer en Valencia al quedar aprisionado por el pecho cuando cogía ropa usada del interior de un contenedor de recogida callejera a través de la trampilla por la que se vierten las prendas y el calzado. Según informa el periódico Levante-EMV, la víctima, de origen esloveno, vivía en la calle y, según algunas fuentes consultadas, solía frecuentar la Casa de la Caridad de Valencia, ya que carecía de recursos económicos.
El accidente fue advertido sobre las siete y media de la mañana por un hombre que se dirigía a trabajar y reparó en que había un hombre "atrapado en el contenedor", según la alerta que envió al 112. El testigo observó que únicamente se le veían las piernas y que no se movía, por lo que se acercó a él y trató de moverlo, pero no obtuvo respuesta. Fue entonces cuando llamó a los servicios de emergencia ante el temor de que estuviese muerto.
En pocos minutos llegaron varias unidades de la Policía Local de Valencia y cuatro dotaciones del Cuerpo Municipal de Bomberos, que también envió su ambulancia al lugar, una pequeña plaza en la confluencia de las calles Vicente Zaragozá y Dolores Marqués, en el barrio de Benimaclet.
"Yo estaba paseando al perro, cuando vi que un hombre trataba de sacar al chico, pero no podía. Enseguida vinieron los bomberos y la policía", explica Silvia, una joven vecina a quien el suceso sorprendió al salir de casa. Reme, la quiosquera de la plaza ofrece un relato similar: "Cuando llegué para abrir, había cuatro camiones de los bomberos y estaba la policía. Cuando sacaron al hombre, intentaron reanimarlo, pero ya era tarde, porque enseguida lo cubrieron con una sábana".
Quince minutos para sacarlo
Los bomberos tardaron más de un cuarto de hora en liberar el cuerpo de A. B. Para ello, tuvieron que forzar la puerta de acceso al interior, entrar dentro y, desde allí, cortar con una cizalla el panel metálico que impedía mover al joven hacia adelante o hacia atrás. Nada más sacarlo del contenedor, fue introducido en la ambulancia de los bomberos, donde la enfermera trató de reanimarlo, pero en vano. Un electrocardiograma certificaba que ya no le quedaba un hálito de vida.
Dos horas más tarde, los operarios del retén fúnebre se llevaban el cuerpo al Instituto de Medicina Legal, donde hoy se le practicará la autopsia. En principio, todo apunta a una asfixia por compresión torácica. Entre un hecho y otro, agentes del grupo de Homicidios de la policía nacional y especialistas de Policía Científica habían inspeccionado el lugar por orden del juez de guardia, el titular del Juzgado de Instrucción número 14 de Valencia.
En principio, todo apunta a un aciago accidente ocurrido cuando A. B. se coló por el hueco por el que caen al interior de este tipo de contenedor las prendas que arrojan los ciudadanos. Se trata de un sistema que se acciona por medio de una palanca, con la que se desplaza hacia arriba la estructura metálica que se desliza sobre un semilicilindro fijo. Cuando la palanca está a media altura, se genera un hueco estrecho, pero suficiente como para que entre una persona de complexión delgada.
Si se mantiene en la posición idónea, los huecos de la estructura metálica habrán rebasado ya el semirodillo, con lo queda al descubierto el acceso al interior, tanto para la caída libre de los objetos desechados, como para que alguien rebus?que entre las bolsas.
"Cuando son niños, se meten dentro del todo y luego les ayudan a salir, pero los adultos se quedan colgando, con medio cuerpo dentro y el otro medio, fuera. Es muy raro que fuera solo, porque el hueco está alto", explica una vecina. De hecho, la policía trata ahora de averiguar si A. B. estaba solo o si lo acompañaba alguien que huyó asustado al ver que no podía sacarlo.
Publicado por Nasio Martinez, el 21 de enero de 2010
El accidente fue advertido sobre las siete y media de la mañana por un hombre que se dirigía a trabajar y reparó en que había un hombre "atrapado en el contenedor", según la alerta que envió al 112. El testigo observó que únicamente se le veían las piernas y que no se movía, por lo que se acercó a él y trató de moverlo, pero no obtuvo respuesta. Fue entonces cuando llamó a los servicios de emergencia ante el temor de que estuviese muerto.
En pocos minutos llegaron varias unidades de la Policía Local de Valencia y cuatro dotaciones del Cuerpo Municipal de Bomberos, que también envió su ambulancia al lugar, una pequeña plaza en la confluencia de las calles Vicente Zaragozá y Dolores Marqués, en el barrio de Benimaclet.
"Yo estaba paseando al perro, cuando vi que un hombre trataba de sacar al chico, pero no podía. Enseguida vinieron los bomberos y la policía", explica Silvia, una joven vecina a quien el suceso sorprendió al salir de casa. Reme, la quiosquera de la plaza ofrece un relato similar: "Cuando llegué para abrir, había cuatro camiones de los bomberos y estaba la policía. Cuando sacaron al hombre, intentaron reanimarlo, pero ya era tarde, porque enseguida lo cubrieron con una sábana".
Quince minutos para sacarlo
Los bomberos tardaron más de un cuarto de hora en liberar el cuerpo de A. B. Para ello, tuvieron que forzar la puerta de acceso al interior, entrar dentro y, desde allí, cortar con una cizalla el panel metálico que impedía mover al joven hacia adelante o hacia atrás. Nada más sacarlo del contenedor, fue introducido en la ambulancia de los bomberos, donde la enfermera trató de reanimarlo, pero en vano. Un electrocardiograma certificaba que ya no le quedaba un hálito de vida.
Dos horas más tarde, los operarios del retén fúnebre se llevaban el cuerpo al Instituto de Medicina Legal, donde hoy se le practicará la autopsia. En principio, todo apunta a una asfixia por compresión torácica. Entre un hecho y otro, agentes del grupo de Homicidios de la policía nacional y especialistas de Policía Científica habían inspeccionado el lugar por orden del juez de guardia, el titular del Juzgado de Instrucción número 14 de Valencia.
En principio, todo apunta a un aciago accidente ocurrido cuando A. B. se coló por el hueco por el que caen al interior de este tipo de contenedor las prendas que arrojan los ciudadanos. Se trata de un sistema que se acciona por medio de una palanca, con la que se desplaza hacia arriba la estructura metálica que se desliza sobre un semilicilindro fijo. Cuando la palanca está a media altura, se genera un hueco estrecho, pero suficiente como para que entre una persona de complexión delgada.
Si se mantiene en la posición idónea, los huecos de la estructura metálica habrán rebasado ya el semirodillo, con lo queda al descubierto el acceso al interior, tanto para la caída libre de los objetos desechados, como para que alguien rebus?que entre las bolsas.
"Cuando son niños, se meten dentro del todo y luego les ayudan a salir, pero los adultos se quedan colgando, con medio cuerpo dentro y el otro medio, fuera. Es muy raro que fuera solo, porque el hueco está alto", explica una vecina. De hecho, la policía trata ahora de averiguar si A. B. estaba solo o si lo acompañaba alguien que huyó asustado al ver que no podía sacarlo.
Publicado por Nasio Martinez, el 21 de enero de 2010
¿Qué opinas?
Publicar un comentario