Exaltaciones Falleras
Fin de semana fallero. No puede catalogarse mejor las veladas del viernes y sábado últimos en las que fueron exaltadas nuestras máximas representantes falleras, Mª Pilar Giménez Santamarina y Ariadna Galán García, falleras Mayor y Mayor Infantil de este 2010, acompañadas de sus Cortes de Honor. Actos magníficos como sólo la vocación de los falleros sabe plasmar con tanta dignidad y majestuosidad. Y ¡cómo no!, el acompañamiento de la Banda Municipal, todo un lujo que los valencianos podemos permitirnos gracias a la cultura musical de esta tierra y de personas que como Pablo Sánchez Torrella, han sabido dedicarle su corazón y su saber. Por cierto me entero que estas presentaciones, al parecer, son las últimas de su vida profesional puesto que le ha llegado la hora de su jubilación. Lo siento por todos nosotros que dejaremos de gozar con su batuta. Pero… no hay que echarse a temblar. En esta tierra si de algo tenemos superávit es de buenos músicos, y otro ocupará su lugar para continuar con el trabajo.
Me he ido un poco del eje central y vuelvo a él. El protocolo que siguen los actos de exaltación, yo diría que son los mismos desde ni se sabe cuando. Suelo verlos todos los años (por televisión, claro, que en contadas ocasiones he tenido el privilegio y “enchufe” necesario como para poder disfrutar del espectáculo en vivo) y, a pesar de que se conoce el guión, no me resulta cansino. Es tal la exquisitez y la magnificencia que le añaden los encargados de llevarlas a cabo que las convierten en únicas y excepcionales.
Los mantenedores, este año y sin que sirva de precedente, estupendos. De ambos me agradaron sus “guindas” finales. Del rector Juliá, sus dos ninots imaginarios, la crisis y el optimismo, el primero para quemarlo y el segundo para indultarlo, me parece una figura ad hoc, lo suficientemente clara y contundente como para dejar sentada cuál debe ser la intención de los valencianos en estas fiestas que se aproximan; de Doña Amparo Peris, el consejo para Ariadna y sus compañeras de coger una lagrima con el dedo y lanzarla al aire para que a partir de ese momento hayan en el cielo de Valencia trece nuevas estrellitas, es simplemente delicioso. Enhorabuena a ambos.
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 27 de enero de 2010
Me he ido un poco del eje central y vuelvo a él. El protocolo que siguen los actos de exaltación, yo diría que son los mismos desde ni se sabe cuando. Suelo verlos todos los años (por televisión, claro, que en contadas ocasiones he tenido el privilegio y “enchufe” necesario como para poder disfrutar del espectáculo en vivo) y, a pesar de que se conoce el guión, no me resulta cansino. Es tal la exquisitez y la magnificencia que le añaden los encargados de llevarlas a cabo que las convierten en únicas y excepcionales.
Los mantenedores, este año y sin que sirva de precedente, estupendos. De ambos me agradaron sus “guindas” finales. Del rector Juliá, sus dos ninots imaginarios, la crisis y el optimismo, el primero para quemarlo y el segundo para indultarlo, me parece una figura ad hoc, lo suficientemente clara y contundente como para dejar sentada cuál debe ser la intención de los valencianos en estas fiestas que se aproximan; de Doña Amparo Peris, el consejo para Ariadna y sus compañeras de coger una lagrima con el dedo y lanzarla al aire para que a partir de ese momento hayan en el cielo de Valencia trece nuevas estrellitas, es simplemente delicioso. Enhorabuena a ambos.
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 27 de enero de 2010
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