Continúa el calvario de María José Carrascosa

Graves y demoledoras las palabras con las que el Juez Donald Venezia acompañaba al no menos terrible fallo de imponer a María José Carrascosa catorce años de privación de libertad por los hechos que la mantienen encarcelada en los EEUU. Desgraciado regalo de Navidad que la joven valenciana ha recibido en la víspera de la noche de amor, noche de paz, como canta por todo el mundo la melodía de “Stille Nacht, heilige Nacht” entonada por primera vez la nochebuena de 1818 en la iglesia de San Nicolás de la austriaca Oberndorf.

Ayer tarde (hora española) se desvaneció la leve esperanza que existía en que la condena se limitase a cinco años, con lo que habría sido puesta en libertad de inmediato. Pero no, el magistrado Venezia no ha sido de la misma opinión. Es evidente que la justicia norteamericana no se anda con chinitas.

No voy a juzgar a María José. Ya lo ha sido por el jurado y por el magistrado, sin contar el inevitable juicio mediático al que, en este país, tenemos por norma (maldita y desgraciada norma) someter a cualquier mortal que destaque por algo. Ahora queda nuestro gobierno.

Algo deberá hacer. Quiero recordar que sobre este tema se pronunció un órgano judicial español. El mismo al que ahora el juez Venezia dice que se le engañó. Pues no. No se ha demostrado nada de eso y el gobierno, debe usar de sus armas diplomáticas y poner remedio a este calvario por el que lleva transitando María José desde 2006.

Si ha habido mediación y solución para casos como el Playa de Bakio, el Alakrana, Aminatu Haidar o el reciente Air Comet (nos vamos a gastar más de seis millones de euros de las arcas públicas en este último… ¿y en los anteriores?)… ¿No se trajo a cumplir la condena en España a Francisco Larrañaga, preso en Filipinas? Pues… lo mismo.

Y no se olviden, Presidente del Gobierno, Ministro de Asuntos Exteriores y Ministro de Justicia, María José Carrascosa ha sido condenada por cumplir una sentencia de un tribunal español. La justicia española deberá decir y hacer algo en todo esto. Al menos reivindicar sus propios actos.

Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 24 de diciembre de 2009