Justificándose

No tiene desperdicio el artículo de nuestro ínclito José Bono, Presidente de las Cortes Españolas, publicado en El País de ayer día 26. El primer párrafo ya es revelador del nivel de contenido y razonamiento que va a desprenderse de todo él. Entiendo que el Sr. Bono, católico practicante como a él le gusta alardear, tenga serios problemas de conciencia en cuanto a la ley sobre la regulación del aborto. Lo entiendo, pues en su interior se contraponen dos sentimientos que luchan por prevalecer el uno sobre el otro.

De un lado su pavoneada catolicidad y de la otra su beneficiosa dedicación. Es católico, yo no lo dudo puesto que quién esté libre de pecado arroje su piedra, y eso le hace, en buena lógica, oponerse a todo aquello que ponga en peligro la vida del nasciturus. Pero también es político, Presidente de las Cortes, nada más ni nada menos, y por un partido político a cuya ideología le importa un bledo si existe vida o no, y si ésta es merecedora de una especial protección. Lo que importa es acaparar votos y éstos sólo pueden venir de la mano de medidas populacheras que contenten, aún más, a aquellos potenciales votantes. Aquello aplaca su conciencia, esto satisface su bolsillo.

¿Cómo que el feto es más un "alguien" que un "algo"? Por favor. Una compañera suya metida a labores de gobierno, nos dijo que es un ser vivo pero no humano. Usted no llega a tanto y nos cita una Sentencia del TC donde reconoce que el feto “encarna un valor central del ordenamiento constitucional". Y con ello queda estupendamente. Lástima que a continuación tenga el atrevimiento, un jurista como es usted, de decirnos que “sin embargo, el aborto es también una realidad, y la experiencia nos dice que su prohibición en cualquier circunstancia, además de acarrear graves e indeseadas consecuencias, sólo ha logrado su práctica clandestina”. Que casualidad, lo mismo pasa con cualquier acción delictiva. Prohibiendo robar se acarrean graves e indeseadas consecuencias… ¡para los ladrones! Porque precisamente para las victimas, se les están salvaguardando sus propiedades, se le tutela el derecho a ser propietario. ¿Acaso la pérdida de puntos por excesos de velocidad no acarrea graves e indeseadas consecuencias a los conductores que los pierden? Es cierto que el aborto es una realidad, pero también lo es el robo, el homicidio, o el simple exceso de velocidad… ¿seguimos con el índice del Código penal?

Regulemos también el derecho del delincuente a conducirse en la forma que le da la gana y así evitaremos las graves e indeseas consecuencias que para él tiene si lo “pillan”. Por encima de Peces-Barba, Giner de los Rios o el propio Obama que usted cita, está el ser humano vivo al que se le siega su desarrollo por un capricho unilateral. ¿Por qué no se presta más atención a las causas por las que la mujer aborta?

Una cosa es que usted tenga su particular forma de ver las cosas, y otra muy distinta que, además, intente tomarnos el pelo con la bomba final diciéndonos que esta Ley “bien podría denominarse Ley para la Reducción de Abortos en España”. En 2008, como usted anota, fueron 115.812; en el 2009, no se sabe aún; ¿Cuántos serán en el momento la Ley que ustedes pretenden esté promulgada?

Haga usted lo que su conciencia le dicte, pero no intente hacernos comulgar con ruedas de molino. El aborto, usted lo sabe porque se desprende de sus palabras, es un homicidio, y eso no puede cambiarlo una ley por mucho trámite parlamentario que tenga.

¿Dónde llegaremos?

Publicado por Ferran Martinez i García, el 27 de noviembre de 2009

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