Berlín en fiestas

Estos días la prensa, junto a su diaria cuota de crispación, nos trae bonanza. Lo ocurrido el lunes en Berlín, es una lección magistral para el resto de espectadores del mundanal circo. ¿Para bien? Seguro, no cabe duda alguna.

Tiene su propia lección que deberíamos aprender, unos más que otros, porque es evidente que a algunos les hace falta mayor dedicación en este difícil arte de instruirse del ejemplo ajeno.

¿Pensarán igual en sus mentes? No lo sé. El tiempo se encargará de despejarnos la incógnita. Pero no deja de ser una lección ver tantos Gorvachovs y Walesas unidos de la mano con los actuales Merkels, Köhlers o Wowereits, e incluso con rusos, americanos, franceses e ingleses, verdaderos artífices y culpables de la desmembración del país.

Confieso que me ha emocionado leer que todos ellos en sus dogmáticos y estereotipados discursos, han resaltado que la verdadera protagonista del acontecimiento fue “La Libertad”. Regia y parca figura que no suele señorear por nuestro actual diccionario. Todo ello, supongo claro, sin tratar de quitarse méritos personales ninguno de ellos. Valores, prestigios y consideraciones que sin duda alguna tuvieron en aquel difícil y esperanzador trance de la fragmentada Alemania.

Como si echara en falta algo. ¿No se le ha ocurrido a nadie en ese trozo de la geografía europea ponerse a abrir tumbas? ¿Ninguna neurona ávida de “justicia” (así entrecomillada) le ha dado por perseguir fantasmas de otras épocas? Que nadie nos venga con monsergas de que hay que averiguar la verdad porque de las verdades y errores anteriores se aprende. No hace falta escarbar en los corazones de la gente. Se conoce la verdad ¿faltaría más?, pero aún se sabe mucho más de los errores. Será que los alemanes son tontos y no han descubierto el filón que eso puede suponer para arrimar el ascua a sus partidistas e interesadas sardinas. Pues no. Como tantas y tantas veces a lo largo del tiempo, los alemanes, a pesar de sus cosillas (o de sus cosazas, sólo hay que leer la historia), renacen de sus cenizas y todos a uno, a seguir adelante ¡que es lo que toca!

Usar del bisturí produce hemorragia, y la sangre es un bien preciado que la sociedad no debe malgastar. Además, como dice el argot popular, “es muy escandalosa”.

Por cierto, y termino: ¿Cómo se les ocurre acudir a la Capilla de la Reconciliación? Será, o por que no tienen traumas de ningún tipo, o porque no están en eso de la alianza de civilizaciones contra…. Digo yo.


Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 11 de noviembre de 2009

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