Nuestra diaria ración

Es un vicio matinal. Ojear la prensa es algo así como una escandalosa costumbre que nos atenaza cada mañana. El fármaco que nos ayuda a digerir el desayuno. ¿Acaso vitaminas para animar nuestro cuerpo? Y eso que en ocasiones, sobre todo en los últimos tiempos, deprime más que vivifica. ¿Lo harán adrede?

Crisis económica, conflictos armados, medidas económicas que no arreglan nada y como consecuencia más crisis… De tanto en tanto algún político, seres privilegiados que no notan lo que están sintiendo en sus carnes una parte importante de sus votantes, sale a la palestra y suelta cualquier parrafada, grotesca, engañosa, irreal y sobre todo disfrazada, cubierta de mil y una esperanzas que le auguran una pronta salida del fango. Mentira. Mentira cruel que nadie cree, pero que muchos intentan hacer de ella la soñada escala que les ayude a remontar.

Ésta es la dosis de amargura que a diario nos sirve la prensa. Cierto es que nos informa, pero muchas veces el ser humano prefiere el sosiego de la ignorancia, la paz del que alejado del mundanal ruido nada sabe. Apaga los altavoces de este mundo y niega a admitir más de aquello que nos asalta a diario con sus estrépitos y fragores.

Pero nos equivocamos. Hay que extraer el lado bueno de todo ello, porque bonanza existe en este circo que nos rodea. Sin ir más lejos, la prensa de ayer, junto a la intervención policial en los ayuntamientos de El Ejido y Almería por corrupción (que palabra tan extraña) y el veloz desmarque del PSOE rompiendo su pacto con la formación implicada (será por aquello de que cuando las barbas de tu vecino…), nos encontramos con la grandilocuente, fatua y pedante intervención de nuestra ministra Salgado al decir, refiriéndose a los presupuestos que acababa de presentar, “Estas cuentas son las mejores posibles”. Imaginemos, por un momento, cómo serán las peores. Inimaginable.

Pero la prensa no podía dejarnos así. Con este mal cuerpo. Para paliarlo las declaraciones de Fraga. Nuestro dilecto y nunca suficientemente recordado don Manuel Fraga, asegurando que en su día dio calabazas a Ava Gardner, seguramente prendada del apolíneo ministro que desafiando las radiaciones del artefacto americano, dejó a los objetivos de los reporteros dar fe de su compacto y macizo cuerpo en aguas de Palomares. ¡Aquello eran ministros! Y no otros que se van de caza con cualquier instructor de sumario por presunta corrupción, sin ningún pudor ni sonrojo. Bueno, un poco bermejo sí.

El “Celtiberia Show” de Carandell sigue teniendo, cómo no, materia prima que llevar al papel.

Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 21 de octubre de 2009

2 Comentarios:

Anónimo,  24/10/09, 7:22  

¿ Y más bien no sería Ava Gardner la que dió calabazas al inventor de los Jurados de Etica Periodistica?

Capitán Alarte,  25/10/09, 10:33  

¿No has captado la pequeña ironía del autor? Probalbemente la gran Ava sonrío un día a Fraga y en su chochez pensó que había ligado.
Ya estaba chocho entonces, ahora ya ni te digo.

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