Paciencia ¿Por qué?

Hablar del panorama actual es un deporte que obliga a internarse en el proceloso mundo de las depresiones con evidente y grave riesgo a caer en sus redes. Aquel Levante feliz de un país de tópicos, se nos ha convertido en un purgatorio real de nuestras propias debilidades. Y lo dejo en purgatorio porque calificarlo de infierno sería arrojar más leña al fuego de esta irredenta parte del Mediterráneo peninsular que unos muchos foráneos y otros pocos de por aquí intentan adoctrinarnos en nuestros orígenes perdidos.

Yo creía que la historia era la crónica de lo acaecido. Pero no. Estaba totalmente equivocado. Y lo sigo estando porque a estas alturas, o bajezas según se mire, sigo creyendo en el devenir de los tiempos y aquello de que las cosas son lo que son y no lo que algunos quieren que sea. Pero nada hay nuevo bajo el sol ni es sarna todo lo que pica. Tiempo después de que el Rey Jaime I de Aragón (y no de otras latitudes reconvertidas en reino por parte de algún ERE interesado) nos dotara de fueros propios independizándonos de Aragón, hay otros elementos que siguen pensando que aquella disposición real fue una insensatez y que, lo que debería haber hecho el mocetón de Montpellier, era someter a la propia Aragón a la ambición de algún otro territorio más montaraz y asilvestrado.

En esas estamos y día a día el meninfotisme valenciano está consiguiendo el efecto contrario de aquel que en principio se busca: No querer complicarse la vida hoy, es amargárnosla mañana.

A mi pobre parecer, si esto no cambia, tienen la batalla ganada. Cuentan con la paciencia que el pensat y fet no nos otorga a nosotros. Poco a poco, cada día una piedrecita, y al final, como decía el del chiste, el Peñón volverá a ser nuestro.

¡Dios no lo quiera!... pero a este paso es irremediable.

Paciencia muchas veces ofendida, trastorna el juicio, dice el refrán popular.

Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 26 de febrero de 2010