Paintball
No han transcurrido aún quince días desde que el Alakrana fuera liberado de los piratas somalíes de manera tan poco ortodoxa, cuando ya se cuentan al menos dos ocasiones más, que sepamos, en los que otros dos pesqueros españoles hayan sido acosados y atacados en aquellas aguas. Primero el Txorri Gorri, tan sólo dos días después, el 19 de noviembre, fue acosado y perseguido; ayer, 29 de noviembre, el Ortube Berria siguió su misma suerte. En este último, al parecer, los vigilantes armados por el ejercito español, pudieron ahuyentar a los corsarios repeliendo un ataque con incluso granadas.
Tal vez convendría, de momento, cambiar el pabellón español de los barcos, puesto que como si tuvieran imán y atrajeran a los somalíes que han establecido su economía sostenible a base de atacar pesqueros españoles, barruntando que las ganancias son seguras y fáciles. Sólo hay que poner mala cara y mostrar armas de cualquier calibre para impresionar. ¿No serán armas de fabricación española? Porque sólo faltaría eso. Uno es totalmente lego en estas cuestiones y su conocimiento no va más allá de aquel reglamentario mosquetón de la mili. Pero me supongo que entre los televidentes que asistimos días y días al mismo corte de video en el que aquellos elementos, drogados según nos decían, paseaban por delante de las cámaras sus fusiles, serán capaces de identificarlos, incluso datarlos y ubicarlos. Pues eso, sería conveniente que, quien lo sepa, que se haga adelante y nos saque de esta duda sobre el origen armamentístico somalí. Simple curiosidad.
Nos hemos ganado a pulso una cierta fama de “facilones” en este campo. Algo así como “conseguidores” de préstamos cuantiosos y rápidos que no hace falta devolver. Y de aquellas chuflas vienen estos cachondeos que nos identifican en el concierto mundial. No es raro pues que nos tomen por su “paintball” festivo que además produce pingües beneficios con premios en metálico. Aquellos amagan con dispararnos y nosotros les devolvemos pelotas de dólares que les permiten contraer matrimonio y gozar de fiestas interminables, en tanto quede botín capturado.
Habrá que plantearse esto con un poco más de seriedad, porque me da que nos toman por el pito de sereno.
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 1 de diciembre de 2009
Tal vez convendría, de momento, cambiar el pabellón español de los barcos, puesto que como si tuvieran imán y atrajeran a los somalíes que han establecido su economía sostenible a base de atacar pesqueros españoles, barruntando que las ganancias son seguras y fáciles. Sólo hay que poner mala cara y mostrar armas de cualquier calibre para impresionar. ¿No serán armas de fabricación española? Porque sólo faltaría eso. Uno es totalmente lego en estas cuestiones y su conocimiento no va más allá de aquel reglamentario mosquetón de la mili. Pero me supongo que entre los televidentes que asistimos días y días al mismo corte de video en el que aquellos elementos, drogados según nos decían, paseaban por delante de las cámaras sus fusiles, serán capaces de identificarlos, incluso datarlos y ubicarlos. Pues eso, sería conveniente que, quien lo sepa, que se haga adelante y nos saque de esta duda sobre el origen armamentístico somalí. Simple curiosidad.
Nos hemos ganado a pulso una cierta fama de “facilones” en este campo. Algo así como “conseguidores” de préstamos cuantiosos y rápidos que no hace falta devolver. Y de aquellas chuflas vienen estos cachondeos que nos identifican en el concierto mundial. No es raro pues que nos tomen por su “paintball” festivo que además produce pingües beneficios con premios en metálico. Aquellos amagan con dispararnos y nosotros les devolvemos pelotas de dólares que les permiten contraer matrimonio y gozar de fiestas interminables, en tanto quede botín capturado.
Habrá que plantearse esto con un poco más de seriedad, porque me da que nos toman por el pito de sereno.
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 1 de diciembre de 2009
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