Diego Pastrana

Vivimos en una sociedad manipulable. Fuertemente manejable por la presión mediática a la que nos vemos sometidos. Ansiosa por beber de estos purulentos manantiales que tal vez nos justifiquen la conducta, viendo que hay otros peores. La prensa y la televisión son poseedores, para todos nosotros, de una especie de fe pública que les hace dueños y señores de la verdad. Sobre todo si se tratan temas como éste. Véase el éxito de pantalla que tienen los programas basura. No se limitan a informar, sino a darnos sus opiniones. Y no seré yo quien les niegue su derecho a ello. Pero sí tendrán que reconocer que su extralimitación en algunos casos raya en la lesión de los derechos de las personas. Si ello es así, ¿quién es el culpable de esta locura colectiva que ha llevado a Diego a estar en el punto de mira de todas los rifles del país?
La prensa dice que los médicos que denunciaron el caso basándose en fantasmas que nunca existieron; los médicos buscan a quien filtrara a la prensa los informes más que confidenciales que se realizaron de los hechos; los… El caso es buscar un culpable en quien descargar toda la responsabilidad de la injusticia cometida con el ciudadano Diego. Desgraciadamente, en pocos días más, el asunto se habrá olvidado y las aguas volverán a sus cauces. Relegado para todo el país, menos para Diego que seguirá escuchando en sueños el vocerío de los espoleados por un periodista (¿merece llamarse así?) que le soltaba a la cara aquellos desgarrados “sinvergüenza”, “bandido”…
Yo me pregunto ¿no seremos todos culpables de estos hechos? ¿No estamos todos tan ávidos de sensacionalismo rastrero que somos capaces de pelar al primero que se nos pone a tiro, si pararnos a meditar sobre el daño que estamos haciendo?
Yo no tengo ninguna duda. Culpables cada uno de nosotros, porque la sociedad es lo que todos queremos que sea y cada uno debe cargar con su responsabilidad: el sanitario, por ver fantasmas allá donde no los hay y con un desgraciado exceso de celo da inicio al desgraciado asunto; quien filtrase la noticia a la prensa; el periodista que le dio cancha a la noticia, dedicándose a avivar el fuego en los días siguientes; el juez que envió a prisión a un inocente; y a todos nosotros que dábamos pábulo a toda esta ignominia.
¿Dónde estaban los desgarros vaginales? ¿Dónde las quemaduras de cigarrillos?... Sólo nos faltaba la Consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias diciéndonos que “no ha habido negligencia por parte de los servicios médicos que atendieron a la menor” ¿De quién ha sido, según usted, la negligencia? Porque negligencia ha habido y ha salido de dependencias sanitarias. ¿O lo va a negar también?
Con toda la humildad de que soy capaz te pido perdón Diego, porque yo también llegué a creérmelo.
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 6 de diciembre de 2009
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