Recuperando ritos
No sé demasiado bien por qué extraña razón me viene a la mente la figura de Ramón de Campoamor, poeta del romanticismo, asturiano de nacimiento, político del siglo XIX, y militante destacado del Partido Moderado (mira por donde salió un pareado y, ya con ésta, una tercerilla). Estuvo por estas tierras como Gobernador Civil, de Castellón primero y de Alicante después. Y viene a cuenta la referencia por aquel retazo suyo de “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Cuanta razón contenida en su poema. Que forma tan poética de definir el subjetivismo en la humana raza.
Pero es más. Yo la pondría en relación con el antiguo rito del pueblo judío cargando con todas sus culpas a un pobre carnero que, abandonado en mitad del desierto, terminaba sufriendo el escarnio de los insultos y lapidaciones de una tropa que lo ofrecía al demoníaco Azazel, confiando en que el satánico soberano de las tinieblas aplacara su ira y su se sed de venganza, dejando en paz al pueblo que le había ofrecido aquel pobre chivo expiatorio.
Y traigo todo esto a cuento de la noticia que la otra tarde nos despertó del placentero y reconfortante momento que los íberos llamamos siesta y a la que se están apuntando desde otras latitudes de este planeta: “El PP toma la decisión de suspender de militancia a Ricardo Costa”. Y uno se lo imagina ataviado con los dos o tres trajes de marras pagados por no se sabe quién y cargado con la mochila de yerros y pecados, propios de su acrisolada altivez, pero también con los de otros compañeros que decidieron hacer del otrora Secretario General del PPCV, el chivo expiatorio a abandonar en medio de la planicie manchega, territorio neutral entre Madrid y Valencia, dispuesto a recibir las pedradas de una oposición sedienta de sangre con tal de sacar su tajada del anémico PP que nada parece hacer por ponerse a seguir un tratamiento de vitaminas.
¿Sabremos que se esconde tras todo este embrollo? Me temo que no, porque como decía nuestro político-poeta del siglo XIX con cuya mención he comenzado hoy mi reflexión “En este mundo traidor…”
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 2 de noviembre de 2009
Pero es más. Yo la pondría en relación con el antiguo rito del pueblo judío cargando con todas sus culpas a un pobre carnero que, abandonado en mitad del desierto, terminaba sufriendo el escarnio de los insultos y lapidaciones de una tropa que lo ofrecía al demoníaco Azazel, confiando en que el satánico soberano de las tinieblas aplacara su ira y su se sed de venganza, dejando en paz al pueblo que le había ofrecido aquel pobre chivo expiatorio.
Y traigo todo esto a cuento de la noticia que la otra tarde nos despertó del placentero y reconfortante momento que los íberos llamamos siesta y a la que se están apuntando desde otras latitudes de este planeta: “El PP toma la decisión de suspender de militancia a Ricardo Costa”. Y uno se lo imagina ataviado con los dos o tres trajes de marras pagados por no se sabe quién y cargado con la mochila de yerros y pecados, propios de su acrisolada altivez, pero también con los de otros compañeros que decidieron hacer del otrora Secretario General del PPCV, el chivo expiatorio a abandonar en medio de la planicie manchega, territorio neutral entre Madrid y Valencia, dispuesto a recibir las pedradas de una oposición sedienta de sangre con tal de sacar su tajada del anémico PP que nada parece hacer por ponerse a seguir un tratamiento de vitaminas.
¿Sabremos que se esconde tras todo este embrollo? Me temo que no, porque como decía nuestro político-poeta del siglo XIX con cuya mención he comenzado hoy mi reflexión “En este mundo traidor…”
Publicado por Ferran Martinez i Garcia, el 2 de noviembre de 2009
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